15 sept 2008

Punto y final

Me he encontrado un punto y final, no sé dónde colocarlo, porque a mí no me gustan que las cosas se acaben, yo prefiero las comas, los tres puntos, los puntos y comas y los puntos y seguidos, y alguna vez un punto y aparte.
Pero los puntos y finales me dan miedo, me dan desconfianza. Se me parecen tanto a los demás, que un día sin quererlo puse uno, así, sin darme cuenta de ello, y eché las culpas a terceros hasta que me enteré de que lo había puesto yo … y lloré.
Ahora, no sé qué hacer con el que me he encontrado, si lo tiro a la calle seguro que es el final de donde caiga y se hará un agujero si fuera al suelo, o se romperá una hoja, o morirá un mosquito, o ...
¿Lo quiere alguien?, está entero, no lo he tocado.

30 ago 2008

Símil

La conciencia es como una casa habitada.
Ambas son imposibles de mantener limpias.

Qué bien que te encuentro ...

A ti te quería ver yo, pues es que mira, esta mañana he visto a Pepe, el dueño de El Granero, sí, el que estaba en Argumosa y era vegetariano, porque qué buen restaurante ¿eh?, todo lo ponía bien medido, y la esposa con esos prendedores que hacía de piececitas que se encontraba por la calle tiradas, era increíble, ¿y cuando nos contó lo de que la robaron?, ya ves, y ella tan feliz de que le habían arrancado uno del abrigo en el metro porque gustó a alguien, hay que ver cómo se puede sacar lo positivo de cualquier cosa, y jajajaja, cuándo fuiste acatarrado y hecho una basura sin poder ni respirar ni casi hablar y te dijeron que eso era bueno, que significaba que ya te estabas curando, qué gente tan maravillosa, montando en su pueblo un cineclub en su garaje para que los chavales pudieran ver películas, si es que siempre estaban al tanto de todo el mundo intentando manchar lo menos posible y sin consumir ni ir a la moda, ¿te acuerdas que salíamos de allí felices cómo si la comida tuviera una esencia especial que nos aportara energía de Om?, y los manteles, jajajaja, esos manteles de florecillas siempre impecables y rebien planchados que pareciera que eran nuevos en una continuidad casi perpetua, yo no sé qué pasó al final con el cactus que tanto les había crecido, no sé si lograron regalárselo a alguien, claro que eso no es fácil …. Oye ¿y a qué venía todo esto?, uy! fíjate que se me ha ido lo que te quería decir … si es que no sé dónde tengo la cabeza ... te podrás creer que ayer mismo .... ¡Ah! ¿Qué tienes prisa?, bueno, bueno, chao, … cuando me acuerde de lo que te tenía que contar … te llamo.

29 ago 2008

Dura tarea ...

Soy como el hombre que no reconoció haber muerto y quedando agarrado a su último momento no cruzó al otro lado.
Estoy repartida entre casas, hoteles, teatros, calles, bares, autobuses, paisajes urbanos y de naturaleza, cines y aeropuertos del país en el que habito y de otros muchos.
En Chiapas, la sabiduría popular, dice que cuando un niño o un adulto enferma, hay que llevarle al lugar dónde estuvo antes de comenzar su enfermedad, buscar un cruce de caminos cercano y "recuperar el alma que allí se dejó" para que se ponga bien.
La distancia aseguran que siempre es más corta cuando se regresa, no sé cuánto me llevará recuperarme completa.
Pero, he de volver, debo hacerlo, volver a cada uno de esos cruces de caminos para cancelar el pasado, bendecirlo, despedirme, despegarme del suelo, recuperar mi alma y ... continuar hacia la mar.
Me espera una dura tarea.

28 ago 2008

Rosario

No me gusta quien me interrumpe en una conversación para contarme algo suyo, … que me perdonen aquellos a quienes interrumpo para contarles algo mío; ruego por vosotros.
No me gusta quien me juzga antes de conocerme, … que me perdonen aquellos a quienes juzgo antes de conocerles; ruego por vosotros.
No me gusta quien me da su opinión sin preguntarle, … que me perdonen aquellos a quienes les doy mi opinión sin preguntarme; ruego por vosotros.
No me gusta quien se hiere por bobadas, … que me perdonen aquellos a quienes recrimino por herirme por bobadas; ruego por vosotros.
No me gusta quien cuando me encuentra me interroga e interroga, ... que me perdonen aquellos a los que interrogo cuando les encuentro; ruego por vosotros.
No me gusta quien me despierta de madrugada con una llamada, … que me perdonen aquellos a quienes despierto de madrugada con una llamada; ruego por vosotros.
No me gusta quien me castiga por su pecado, ... que me perdonen aquellos a los que castigo por mis pecados; ruego por vosotros.
No me gusta quien me tiene “no admitida” en su vida, … que me perdonen aquellos a quienes tengo “no admitidos” en mi vida; ruego por vosotros.
No me gusta quien me miente, … que me perdonen aquellos a quienes miento; ruego por vosotros.
No me gusta quien me pide explicaciones, … que me perdonen aquellos a quienes pido explicaciones; ruego por vosotros.
No me gusta quien facilito me olvida, … que me perdonen aquellos a quienes he olvidado; ruego por vosotros.
No me gusta quien se quiere esconder de mí y no me lo dice, … que me perdonen aquellos de quienes me quiero esconder y a quienes no se lo diré; ruego por vosotros.
Amén.

A la Muerte

Señora Muerte:

No sé cómo es su cara ni sus manos, tan sólo sé que tendremos una cita, cuya fecha y hora no me han sido anunciadas, y deseo se encuentre tan ocupada que no me la dé pronto o mejor ojala se traspapelen mis datos en su mortal oficina y durante un nunca permisible no los encuentre.
De todos modos y por creer que sea cuando fuere … me tocará tenerla delante, quisiera, si se me permite … solicitarle un favor, algo pequeño; me gustaría que me avisara con uno o dos días de adelanto de su visita, no para que encuentre la casa de su agrado, ni tan siquiera para prepararle el té de bienvenida, pues entiendo que con tantos como somos no tendrá tiempo para preámbulos; verá, le cuento:
Yo, cómo tantos otros poseo una colección, no sé si usual o rara, pero yo colecciono risas.
Le pido a la gente que se ría en tubos, pequeños tubos, pues su valor ni aumenta ni merma por la cantidad, después de hacerlo los cierro con cuidado y los etiqueto correctamente para saber de quién proceden, luego los coloco sobre una gradilla, la cual la tengo a mano de tal modo que si lo necesito ... me sea fácilmente accesible, que por experiencia sé que lo que guardo para que no se pierda … al buscarlo no lo encuentro.
No las gasto, nunca abro los tubos, tan sólo con alzar uno cuando me hayo entristecida me es suficiente para alegrarme el recordar el momento en que esa persona se rió dentro de él.
Pero, quisiera, con su benevolencia, saber cuándo he de despedirme del mundo, pues de conocer esa información, agarraría todos los tubos de risas de mi colección … subiría a una montaña alta y los abriría para liberar su contenido y que se esparcieran las risas por la tierra, y así dejar una herencia a los seres de este planeta y al planeta mismo de algo que creo hace mucha falta en los tiempos que corren.
Me gustaría irme sabiendo que al menos ese día un árbol se alegró al caerle una risa, o tal vez un niño o un caballo o una mariposa, o … quien sabe, ... a lo mejor le cae a usted y … se siente tan bien ... que … se olvida de mí.

27 ago 2008

A los contactos con mal genio

Me voy a comprar un detector de mal humor, uno bueno, japonés, lo pondré con un imán en el monitor de mi pc, a la altura de los contactos de mis correos electrónicos, y así, cuando vea que están conectados mi detector me indicará con quien es mejor que no chatee, a quien es mejor que no salude, y así evitaré perder el tiempo en broncas sin sentido.
Por si va lento el detector de mal humor, me compraré también una tecla que pondré en el teclado, que me permita borrar las ganas de discutir de algún contacto y si le entro a saludar y se pone grosero la utilizaré para que la conversación sea cordial.
Por si el detector del mal humor va lento y la tecla de borrar las ganas de discutir falla, me compraré un vídeo inteligente de naturaleza que detecte el mal genio, lo colocaré en el disco duro, y cuando alguien me hable enfadado automáticamente se pondrá en marcha y le relajará con bonitas imágenes.
O mejor, no prendo el chat, y con el dinero que me cuesta el video inteligente de naturaleza, la tecla de borrar las ganas de discutir y el detector de mal humor me iré al cine y que cada quien se quede con su paranoia.

Madrid - Gijón

- Oh! Jajaja, disculpe … no le vi. No estoy acostumbrada a cargar tantas maletas, ¿le hice daño?.
- No señorita, no se preocupe. ¿Me permite ayudarle?
- No, por favor, no se moleste, usted tendrá que manejar las suyas
- ¿Éstas?, no, jajajaja, no son mías, yo viajo sin equipaje. Y para mí no es ninguna molestia atender a una dama tan bonita.
- Pues en ese caso se lo agradecería mucho.
- Ya llega, traiga. Veamos, y la cajita también si la coloco bajo el brazo …
- Es usted muy amable. Deje, deje, la caja ya la subo yo, gracias.
- ¿Cuál es su vagón?
- Ah! Sí, mire usted, soy un poco torpe para enterarme entre tantos números, jajaja.
- A ver, … bueno señorita pues parece que el destino nos coloca de compañeros de viaje.
- ¿Sí?, qué grata coincidencia.
- Deje que yo suba primero. Perdone, no le parezca poco caballeroso por mi parte, es para que simplemente me siga y no tenga que buscar el asiento.
...
- Bueno, pues parece espacioso. Presiento que no vendrá nadie más.
- Jajajajaja, eso sí es soñar despierto. Acostumbro a hacer el mismo recorrido dos veces al mes y siempre va lleno. ¿Qué lugar prefiere?
- Aquí si no le importa, es que si me pongo a la contra me mareo.
- Perfecto, acomódese. Nos espera toda una noche antes de llegar. ¿Irá a buscarle su marido a Gijón?
- No, no estoy casada y me bajo algo antes, … en Mieres. ¿Y usted? ¿está casado?
- Lamentablemente soy viudo.
- Lo siento, no debí preguntar.
- Da igual, me costó mucho superarlo, pero ya me encuentro bien. Mi esposa era maravillosa pero murió en un accidente cuando viajaba sola en auto, pobrecilla, llevábamos poco tiempo casados, y así quedé solo y sin descendencia.
- Lástima.
- Sí, bueno, pero eso ya pasó hace años, no entristezcamos este bonito encuentro.
- Tiene razón, hombres como usted faltan en el mundo, no merece sufrir. No me tome por indiscreta pero ¿Para qué va a Gijón?
- Por negocios. Soy el dueño de una fábrica de ropa y ya sabe, hay que reunirse con los galeristas para asegurar las ventas.
- Sí, si, ya me imagino, debe ser un trabajo muy estresante, con esa generación de gastos entre empleados y material, y estar pendiente de que todo salga bien.
- No se lo imagina, los buenos trabajadores no abundan. Yo tengo en plantilla a 300 personas, son gente inculta, no como usted y como yo, … ya me entiende, gente sin estudios que siempre han vivido entre basura y se creen con el derecho de arruinarme pidiendo subidas de sueldo. Como bien dice, me toca revisar todo su trabajo, pues en cualquier momento te pueden traicionar; figúrese que se quisieron sindicar, pero no ¿eh?, eso si que no lo consentí, deberían estarme agradecidos por sacarlos de la miseria.
- Claro, eso es lo que tienen los pobres que aspiran siempre a mejorar …
- Sí, jajajajaja, no saben que cada quien tiene lo que se merece, y quien no nace en noble cuna no muere en ella, jajajaja.
- Jajajajaja, no sabe cuánta razón lleva en lo que dice. Parece que estos apartados están silenciados ¿No?, fíjese que al lado entró toda una familia y no se oye nada.
- Sí, todos los que hacen trayectos tan largos son así para no molestar al resto de los usuarios. Bueno, pues parece que ya salimos, hemos tenido una gran suerte viajaremos solos, su intuición femenina ha acertado, es usted encantadora, podremos dormir bien.
- Gracias. Y ... ya que no ocuparán los lugares ¿Le importa bajarme las maletas de nuevo?, es por si necesito sacar algo de ellas durante la noche, ya bastante será molestarle cuando llegue a mi destino.
- Por supuesto. ¿Se las dejo aquí?. ¿Seguro que está cómoda?
- Sí, gracias, estoy bien. Muchas gracias. Que descanse.
- Gracias, igualmente. Y no dude en despertarme si precisa algo.
- No se preocupe, … así lo haré.



- ¿Sí? ¿Le pasa algo? ¿Ya se va?
- No, tranquilo, pero estoy cerca, tan solo le desperté porque quería antes de bajarme tener una atención con usted por su generosidad.
- ¿Sí?, qué detalle, pero no hacía falta, poder compartir mi descanso con una mujer tan hermosa ya es suficiente. Ay! Si supiera cómo roncan algunos …
- Ya. Espere, lo tengo aquí en la caja.
...
- ¿Quéeeee? ¿Qué hace con esa pistola? Pero … ¿Se ha vuelto loca?
- No, no estoy loca. Este es un regalo de esos incultos empleados que le siguen haciendo rico con su deshumanizada jornada, y de su suegro que siempre supo que usted mató a Lidia para quedarse con el negocio familiar. Ah! Quizá le guste saber que su fiel secretaria sacó mi pasaje de tren a la vez que el suyo y el de nuestros invisibles compañeros de viaje hasta … Gijón, siento que vaya solito el resto del trayecto. Ha sido un placer conocerle personalmente. Salude a su difunta esposa de mi parte, seguro que le agradará volverle a ver.
- ¡¡¡Nooooooo!!!

¡¡Próxima parada Mieres!! ¡¡Por favor los pasajeros que se bajen en esta estación aproxímense a las salidas!! ¡¡Gracias!!.

26 ago 2008

El almuerzo

Tras chatear un ratito con Begoña y recibir sus ánimos para con el montaje de un espectáculo de títeres propio, me acomodo sobre la jarapa que me regaló mi hermano.
Frente a mí, el plato de cerámica granadina de mi cuñada repleto de los tomates de la huerta de Alberto y el queso que me dio Gloria espera a ser vaciado sobre el mantel individual que me envió Pato de Colombia, el tenedor que me acompaña desde que viví con Julio se muestra nervioso por ser utilizado y la copa que conseguí con Gerardo en París se mantiene serena a pesar de estar llena de vino.
Y así es cómo, bajo la lámpara de los tiempos de Jairo y rodeada de: la máscara de gasa de Carlos, el payaso que cabalga de Felipe, el tótem incaico de Víctor, la estrella de Javier, el espejo de Neme, el móvil de conchas de Lucía, la tetera de Mohammed, las libélulas de Belén, el recipiente de kool de Enrique, el porta velas de Amalia, la rana de madera de Fernando, el recipiente para mate de Hernán, el quemador de copal de Orlando, la postal de Ghanesa de Antonio, las pelotas de malabares de Angie, los elefantes de Héctor, la mariposa-flor de Bea-Manu-Angeles-Clari, …, y por supuesto la inmejorable lectura de los poemas de Sacra, … alimento mi cuerpo y mi espíritu en compañía de mis amigos.
¡¡¡Gracias a todos!!! ¡¡¡Os quiero mucho!!!

Doña Celia

Tenía Doña Celia dos grandes tarros de cristal, en dónde guardaba celosamente y durante tiempo todos los botones que para ella fueron testigos de un momento especial en su vida.
Los años iban haciendo estragos en su cuerpo, el cabello ya carecía de abundancia, los pómulos se volvieron duros y marcados por la falta de dientes, el cuello perdió su tersura como también lo hizo la piel de los brazos y el resto.
Cada año, en su onomástica sacaba aquellos tarros para abrirlos y limpiar uno a uno cada botón.
Pero, como ya se empezó a ver viejita, ese año, los sacó antes, era la herencia que tenía preparada para su única nieta; ¡es poco! dirían los más discretos, ¡es una tremenda basura! susurrarían otros; pero no, no era nada de eso, para Doña Celia era un tesoro, era su vida, su diario abotonado, sus … ¿cómo diría?, sus fotos de plástico con agujeros, sin imágenes para el resto pero hablantes para ella.
Cuando los sacaba seguía un ritual paso a paso, siempre hacía lo mismo:
Primero, colocaba el mejor mantel sobre la mesa de tablas descuadradas.
Segundo, se subía a una pequeña banqueta para agarrar los tarros que esperaban en la estantería, de joven le bastaba con estirar los brazos pero ya había minorado su estatura, con lo cual los bajaba de uno en uno por temor a desestabilizarse y caer.
Tercero, los colocaba sobre el mantel, los limpiaba por fuera con un trapito que tenía para ello, y abría uno, siempre empezaba por el de los botones más antiguos, volcaba todos porque en el fondo estaban los viejitos, era una mujer muy ordenada.
Una vez fuera del tarro los contaba por si alguno había desaparecido, la aterraba pensar que alguien hubiese podido entrar en casa y cambiarlos de lugar o llevárselos.
Mientras los limpiaba y contaba iba recordando de dónde salieron:
- “Los del abrigo de papá cuando fue a bautizarme”. Le hubiese gustado tener los de su madre, pero en aquella época las madres no acudían al bautizo.
- “Los de mis primeros zapatos de mujercita … jajaja … de charol negro”.
- “Los violetas del día de mi debut en el Moulin Rouge”.
Quedó callada por un momento, sus ojos vivarachos se enternecían recordando las luces, los cancanes, los zapatos de tacón de aguja, las lentejuelas, las butacas granates y los aplausos, … y Pablo, ... allí conoció a su ya fallecido Pablo que le llevó el ramo de flores más bello al camerino, fue París testigo del encuentro de sus pies entre bambalinas, y la Catedral de Notre Dame acogió en sus entrañas el “sí quiero”.
Su emoción aumentó al ver de seguido los dos botones unidos por un fino hilo, uno nacarado y otro azul, uno del traje de novia de ella y otro del traje de novio de él; los miró, los limpió, los besó y volvió a meterlos en su tarro.
Y así, montada en cada botón cabalgó una vez más por su vida llena de encuentros y desencuentros, de bienvenidas y despedidas, de grandes fiestas, del nacimiento de sus hijas, de cielos azules y nublados, de risas y llantos.
Primero un tarro, … luego otro, los volvió a guardar en la estantería.
Sintió un dolor fuerte en el pecho, se agarró a la mesa como pudo, se sentó, respiró hondo y suspiró; volvió a bajar los dos tarros, del primero sacó los dos botones unidos y lo cerró; el segundo tarro, el de los botones más cercanos en su recuerdo lo dejó abierto sobre la mesa; se dirigió a su habitación con unas tijeras, del armario sacó el vestido que tenía para las situaciones especiales y se lo puso, colocando en uno de los bolsillos los botones unidos, y cortando el que adornaba una de las mangas regresó al tarro y lo metió en él colocándolo con dificultad pero buen tiento junto al otro.
Ana Isabel, cada año, y siempre en la misma fecha, sacaba los frascos que había heredado de su abuela, esparcía los botones ya sin orden sobre su cama, trataba de imaginarse de dónde habían salido, ella sólo conocía uno, uno rojizo y dorado como los del vestido que su abuela llevaba cuando su vida se apagó, rojizo y dorado como las hojas de los árboles teñidos de otoño que les acompañaron en la despedida un 5 de noviembre.

25 ago 2008

No estoy federada pero practico muchos deportes

Por las mañanas los cien metros valla, porque mi barrio está lleno de obras.
Bajo las escaleras del metro haciendo rafting a contra corriente por entre la gente que las sube.
Dentro del vagón me toca el ballet porque en el suelo sólo entran las puntas de mis piés, y doy elegantes saltitos para ver sobre las cabezas colindantes por cual estación voy, con las manos alzadas para no generar malos entendidos entre mis compañeros de viaje.
Llegando a mi lugar comienza la lucha libre por acceder a la puerta.
Salgo a la calle alcanzando la cumbre como un buen montañero escalando las piedras humanoides que llegan tarde al trabajo y bajan en masa.
En la parada del autobús hago ejercicios de cuello asomándome tras cuerpos ajenos para ver si llega el mío.
Cuando ya lo alcanzo me toca una de equilibrio por los frenazos.
Y al llegar … deporte de aventura y riesgo caminando por una carretera de mala visibilidad para los conductores.
¿Por qué mi médico se empeña en recomendarme que practique algún deporte? ¿Más?

24 ago 2008

Ella y él


Ella era “una mujer como dios manda”, a base de cocinar y cocinar sus cabellos se convirtieron en cucharas, y a base de barrer y barrer le salió pelos de tiras de escoba en la cabeza.
Sus ojos eran grandes de mirar sobre las lágrimas.
A sus hombros le nacieron pinchos en dónde agarrar las bolsas de cargas ajenas, y sus pechos consumidos mostraban los pezones engrandecidos de amamantar descendientes.
Perdió sus brazos por exceso de uso, de trabajar en casa y abrazar de noche a quien no le correspondía, y fue quedándose sin costillas de tanto suspirar.
Le salieron dos fémures en cada pierna para quedar fijada y bien fijada en su casa, y ser “una mujer como dios manda”.
Miraba y miraba sin ver, calculando, retrocediendo en su existencia, haciendo inventario de vida que no alcanzaba a ser "diario" por aburrida esencia, por el repetitivo estar jornada tras jornada inmiscuida en la única sinrazón de ser ... "una mujer como dios manda".
Él era “un hombre como dios manda”, con la cabeza llena de piezas metálicas, de engranajes oxidados que le impedían pensar.
Sus ojos eran pequeños de retener las lágrimas.
No tenía brazos, uno lo perdió en la guerra, tuvo que ir a la guerra, porque los hombres van a la guerra, porque era “un hombre como dios manda”; y el otro de tanto trabajar mañana y tarde para llevar dinero a casa y dárselo a su esposa a quien ni veía porque ya era de noche, a quien por cansancio … no abrazaba.
Le enseñaron a ser de hierro, tanto así que de ferro se quedaron sus piernas.
Miraba y miraba sin ver, calculando, retrocediendo en su existencia, haciendo inventario de vida que no alcanzaba a ser “diario” por aburrida esencia, por el repetitivo estar jornada tras jornada inmiscuido en la única sinrazón de ser … “un hombre como dios manda”.
Arrastrándose como pudo, ella salió de su casa, quería saber qué es hacer algo distinto.
Con cargo de conciencia él faltó al trabajo, quería saber qué es hacer algo distinto.
Ambos estaban parados, cada uno en una acera, uno frente al otro, ... se miraron, era de día, después de tantos años viviendo juntos tuvo que ser que en cualquier calle de no importa qué ciudad … coincidieran y … realmente se vieran.
Ella dijo: "hay todo un mundo por descubrir ... yo no quiero ser una mujer como dios manda”, … y él dijo: "hay todo un mundo por descubrir ... yo no quiero ser un hombre como dios manda” y lloró por primera vez.
Y dios escuchó todo, y les envió "el rayo del qué dirán" (qué dirá mi vecino, que dirá mi padre ... , ... que dirá diosssss), y ella volvió a casa y él al taller, para seguir siendo "como dios manda".

12 jun 2008

El anticuario. Basado en un hecho real.

Me faltaba media hora para la cita con mi amigo en la puerta del teatro, el sol llenaba la plaza y tres niños jugaban con un balón molestando a la gente, opté por pasear.
Enfilo por la primera calle a la derecha, la bajo por la acera izquierda, giro la cabeza y veo un anticuario, me acerco, la puerta se abre, - buenas, -buenas (contesta un señor con camiseta de marinero), - ¿Puedo atenderla en algo?, - tan sólo quería mirar pues todo lo que tiene aquí me resulta inaccesible, - pase pase, - gracias, - oye eres muy guapa ¿estás casada?, - no.
Camino de frente, dos tallas de madera de caballos con guerreros incluidos en tamaño natural me dan la bienvenida, en un papel rezan ser del S. XV, no recuerdo la dinastía; continúo, subo unas escaleras, el señor da la luz para que todo lo vea mejor, choco con un retablo de dos cuerpos de Salamanca, S. XVII; mesas, jarrones, máscaras, tarros, pulseras, cuchillos, lámparas …, de una habitación paso a otra, y otra y otra, ya me voy enciendo la luz yo solita.
Terminado el recorrido lo camino al revés, bajo las escaleras, el señor me espera sentado en un sofá de principios del S.XX.
- Siéntate aquí conmigo (me dice dando golpecitos al asiento con la palma de su mano derecha), si, si, siéntate aquí un ratito.
- No, lo siento, he quedado.
- Pero aún es pronto, seguro que tienes tiempo.
Vaya, en ese momento me doy cuenta de que se trata de un brujo-cucaracha disfrazado de marinero, la primera pregunta era si estaba casada, la siguiente seguramente será si vivo en Madrid o si tengo familia aquí, y la tercera …, no, no habrá tercera, pasará a hechizarme y me convertirá en un adorno-vendible más de su tienda.
- No, de verdad que no puedo, me tengo que ir.
- ¿A qué hora has quedado?
- A las siete y media (le respondo jugándomela a una carta, pues realmente quedé a las ocho menos cuarto).
- ¡Ah! Pues son ….
¡Zas!, su reloj marcaba las siete treinta, me salvé.
- De todos modos puedes pasarte por aquí cualquier tarde, y charlamos.
- Vale, vale, en otro momento. Adiós.
Por supuesto no pasaré nunca, jamás me había dado cuenta de que los que yacen en esas tiendas no son objetos sino humanos en toda su extensión, humanos despedazados, siniestrados, metamorfoseados, agrietados, apolillados, petrificados, unos encima de otros, otros debajo de unos, expuestos, vendibles, ..., con la etiqueta de su siglo colgando, su siglo mental, su siglo espiritual, su siglo cultural ..., humanos en definitiva que nadie echó en falta.
¡Qué miedo! ¿no?.

28 may 2008

sin título

Personajes

Juan/Sebastián
Enfermero/Pedro
Cirujano/Rafita
Gerente de la prisión
Mamá Gallina/Lolo
Don Sueñus Mortis/Charly
Dos Guardias de Seguridad
Voz Carrasposa

(Escenario vacío, en penumbra)

Voz de multitud: Pobrecillo, se le ve bien joven. Si es que no somos nadie. ¿Por qué lo habrá hecho? ¿Alguien lo ha visto? Creo que esa señora del vestido rojo. Ah! Voy a preguntarle. A lo mejor ha sido un mal de amores. Vaya usted a saber … cada uno somos un mundo. Les dejo … tengo cita con el médico que siempre te hacen esperar … pero basta que llegues un poco tarde para que se te halla pasado el turno. Qué pena de juventud enseguida se rinden, pues anda que no pasamos nosotros hambre y penurias y hemos luchado. ¡¡Cállese viejo!! Vaya a cambiarse la prótesis mental, qué manía de meterse con los jóvenes. Habrá que llamar a una ambulancia. Ya lo han hecho, y también a la policía. ¿Qué tal Manuel? Cuánto tiempo, te creía en Albacete. Sí, regresé la semana pasada, vaya la que se ha liado ¿no?, ¿se ha tirado él o le han empujado? No sé, acabo de llegar. ¡¡Ya vienen !! Ojala aun se pueda hacer algo. Parece que respira. Mejor no le toque ha perdido mucha sangre.

(Se escuchan las sirenas de la ambulancia y la policía)

Voz en off de Juan: (sonido de ambulancia de fondo) ¿Dónde estoy?, ¿Cómo he llegado aquí? … No sé siquiera si estoy en un aquí. No veo nada, sé que tengo ojos, sé que los abro y los cierro … pero no veo nada, todo está oscuro. No siento nada, no sé si tengo cuerpo, sé que tengo mente y ojos, nada más, eso debe ocupar algo de espacio, pero … ¿en qué dimensión?, y ¿cuánto de ese todo espacial ocupo? Pienso, soy, vivo, pero no escucho latidos, no sé si tengo corazón, no sé si tengo oídos, no sé si oigo. Todo es silencio … me da miedo tanta oscuridad y silencio, … ¿O me equivoco?, tal vez no … tal vez no hay silencio … pero así lo percibo. … ¿Qué ocurre? … ¿Qué me ocurre? ... ¡¡Mamaaaa!! ¡¡Mamaaaa!!

(Cesa el ruido de la ambulancia)

Voz de hospital: Rápido. El quirófano 3 está listo.

Juan: (Entrando en el escenario con la cabeza y la camisa ensangrentadas) Mamaaaaa!! Mamaaaaaa!! , tengo miedo …

(Hace presencia en escena Mamá Gallina dando saltitos y moviendo rápidamente sus alas, se dirige hacia Andrés)

Mamá Gallina: Koooooooooo, Kokoko, kokokooo, kooo, kooocoooo, kokokokooooo, Juanito hijo, ¿Koooo te ocurre?

Juan: Mamaaaa, ¡Has venido!

Mamá Gallina: Pues claro mi amor, ¿Qué mamá no acudiría a la llamada de su polluelo? ¡Kiiiiii ki ki ki koooo! qué pelos me llevas, pero …. uuuhhh ¿Te lo has teñido rojo?, ¿En esto te gastas el dinero que te mandamos? ya decía yo que eras un niño muy raro, ¡¡aaggg!! Están pegajosos ¡¡qué asco!!, ¿Tú sabes cuánto nos cuestan tus estudios?¡Menos mal que aún no usas faldas! … ¿O sí?, ¿No serás un homosexual de esos, verdad?, ¿Un drogadicto? ¿Eres un drogadicto?... Ay que disgusto le vas a dar a tu padre cuando se lo cuente ...

Juan: Mamaaaa, que he …

Mamá Gallina: (Regañándole): ¿Y esa camisa tan descolorida? … y además rotaaa. … Pero mírate, ¿Tu te has mirado bien?, ¡Qué horror!, si hasta hueles mal, ¿Te lavas? Hace tiempo que ya ni nos llamas.

Juan: No, no, escucha, … yo os llamo y nunca contestáis.

Mamá Gallina: Pues yo siempre estoy en casa, a ver si ahora voy a tener la culpa de cómo vas. ¿Pero no te da vergüenza salir así a la calle?, ay Dios mío ¿qué pensará la gente de tus padres? Uyyyyyyyyyy espera que ya vienen … (se agacha) mmmmmm, iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, kooooooooooooo, uuuuuuuuuuuuu, ¡ya! (Se levanta, en el suelo hay tres huevos, se pone a contarlos cantando) La gallina Turureta a puesto un huevo, ha puesto dos, ha puesto tres … La gallina Turureta …

Juan: ¡¡Noooo, no pongas más!!

Mamá Gallina: Es la cena de hoy; no pienses en hermanos, ya tuve bastante con criarte a ti y mira como nos lo pagas …

Juan: Joder mamá, perdona todo lo que te he defraudado, tengo miedo, te necesito, no logro centrarme en nada … y las voces … Mamaaaa deja de registrarme por favor, ¿Qué esperas encontrar? … Y deja la camisa así, como está, por fuera coño. Soy más cosas que pelo y camisa. ¡¡Ya está bien!! ¡¡Ten las alas quietas!! Necesito sentir que me quieres, que puedo contar contigo … tengo miedo, quiero contarte algo … pero me da miedo hacerlo …

Mamá Gallina: … Cómo has cambiado hijo, con lo bonito que estabas el día de tu primera comunión …

Juan: Cállate, cállate ya, escúchame, ya no soy un niño ¿Sabes algo de mí? (La agarra del cuello y la zarandea) ¿Sabes qué música me gusta? ¿Sabes si quiera qué estudio?, no, no sabes nada, me tenéis harto, tú y papá …

Mamá Gallina: (Aleteando) Koooooo, kooooocooooooo, aggggg, ¡Socorro! aggggg.

Juan: (Sin soltarla) … Siempre tan ocupados. Preferí una Universidad lejana porque no soportaba que me espiaras, que me registraras todo continuamente, que me siguieras hasta el Instituto por si no iba, sí, sí, lo sé, lo sé, sé que lo hacías, notaba tu presencia, la notaba.

Mamá Gallina: Agggggggggggg, ¡Yo no te he seguido nunca! ¡Koooo!¡Suéltame! ¡Me vas a matar! Agggggg.

Juan: ¡Mientes, todos me mentís, no os fiáis de mí! ¡¡Me agobia todo, me agobia el mundo y me agobias tuuuuuuu … Las voces tienen razón, ellas sí me dicen la verdad, ellas sí. (Sopla fuerte hacia a ella que se va mal-caminando hacia atrás saliendo de escena como si una gran ventisca la empujara).

Juan: (Rabioso y sollozando) Joder, joder, todo es una mierda, … todo … De pequeño era más fácil, al menos tenía los cuentos, esas historias que me ayudaban a escapar del miedo y la soledad, los leía casi a escondidas porque mi padre decía que atrofian la mente, lo ponía debajo del libro de …, bueno … de cualquier libro del colegio … para disimular que estudiaba, recuerdo que una vez …

Voz Carrasposa: ¡¡Eh tú!! ¡¡Cuidado!! ¡¡Ehhhhhhhhh!! Que tengas cuidado con tus piezazos.

Juan: (Mirando a todas partes). ¿Qué? ¿Es a mí?

Voz carrasposa: Sí, sí es a ti, el señor-pelo-rojo.

Juan: (Mirando a todas partes) ¡¡Y dale con el pelo!! … ¿Qué quieres mamá? ¿Qué le pasó a tu voz? ¿Pillaste la gripe aviar?

Voz Carrasposa: ¿Mamá? ¿Yo tu mamá?, estás peor que yo. (Juan da un paso más). Joder, que estoy aquí, debajo de la hoja, quédate quieto que me pisaaaasssssss. (Sarcástico) ¿Tus oiditos no tienen orientación?

Juan: (Agachándose). ¿Cuál de ellas? ¿Ésta? ¡¡Ahhh! Vaya … pues sí que eres raro …, tienes mezcla de … pero … ¡Voz Carrasposa! jajajaja ¡Eres Voz Carrasposa! ¡El duende de las aceitunas! ¿Qué haces en el suelo? (Le coloca con cuidado en la palma de su mano)

Voz Carrasposa: ¡Eh amigo Juan!. Me caí de una rama. ¿Recuerdas nuestra canción? ¡Trepamos hasta el Lucero!

Juan: ¡Cuando hace malo y cuando hace bueno!

Voz Carrasposa: ¡Cazando sueños perdidos!

Juan: ¡Entre las ramas de los olivos!

Voz Carrasposa: ¡Haciendo un caldo divino!

Juan: ¡Que nos tomamos en un suspiro!

Voz Carrasposa y Juan: ¡Pun repun chimpun! ¡Jajajajaja!

Voz Carrasposa: Cuánto tiempo sin verte.

Juan: Sí, hace años.

Voz Carrasposa: Dime ¿Qué tal están Pedro y Angelines?

Juan: No lo sé, dejamos de vernos. Ya sabes, crecimos y cada cual hizo su vida, trepar los árboles es cosa de niños.

Voz Carrasposa: Ya, entiendo … os colonizó la edad y sus absurdas normas de comportamiento. Por favor, déjame en el olivo, estás diciendo tonterías y eso me entristece.

Juan: (Dejándole) Eh, eh, no me recrimines nada que bien sabes que sois un fraude, ¿Dónde estabas cuando me examinaba? ¿Eh? ¿Dónde? ¿Y cuándo … (Gran estruendo) … ¿Qué? ¿Qué ocurre? Nooo ¿Qué? (Comienza a ver seres que no están es escena) ¿Gusanos? ¿Qué hacen esos gusanos aquí? (Intenta escapar corriendo, pero no avanza) ¡No! ¡No! ¡Fuera! ¡Alejaros! ¡No, no me comáis! (Se restriega el cuerpo para quitárselos de encima) ¿Qué pesadilla es esta? ¡Socorro! ¡Socorro! ¡¡Que alguien me saque de aquiiiii!!

(Sale a escena un señor con mono, guantes, mascarilla anti-gas, capa roja y un gran spray en la mano que sujeta de modo amenazante).

Juan: (Al verle se asusta) ¡¡Aaaaahhhhhhhhhhhh!!

Don Sueñus Mortis: ¡¡Heme aquí!!

Juan: (Con voz temblorosa) ¿Quien eres?

Don Sueñus Mortis: ¿Pues quien ha de ser con aquesta guisa sino aquel que vuestra merced optó por llamar? ¡¡Soy Don Sueñus Mortis, el exterminador de sueños!! … a su servicio (hace una reverencia con la capa).

Juan: ¿Acabarás con mi pesadilla?

Don Sueñus Mortis: ¿Acaso lo dudáis? De lejanos mundos vengo … de sacar de malos sueños a Doña Isabel, voy y vengo en el tiempo, que aunque joven me vea de espíritu … bien anciana es mi alma …

Juan: ¡Vaya! ¡Matusalén con capa!

Don Sueñus Mortis: Haré oídos sordos. Pasemos a la encomienda que nos ocupa que ya se me hace tarde. Ha de agarrarse a mi capa con pretura y soltura tal que volemos al infinito y más allá, el spray nos dará el impulso, y no debe temer descolgarse pues el miedo de mala compañía hace al escaparse, coloque su mente en relajación budista y confíe en la suerte sin apartar del suelo la vista …

Juan: ¿Volar agarrado a tu capa?, ¿Piensas que a mi edad aun creo en los super-héroes?

Don Sueñus Mortis: Yo no opino, usted me llamó y acudí, si ya no cree en mí y no desea lleve a buen fin su petición …. aquí me despido, que jinete sin descanso me apodan y otros me necesitan más que vos. (Se da la vuelta y se va)

Juan: Nooo, no me dejes aquí … volverán, volverán los gusanos, me persiguen, … me persiguen.

(Juan queda en el escenario como metido en una cabina invisible, mide su cuerpo con sus manos, toca esas paredes con el desespero de encontrar una salida, al no encontrarla pone los brazos con las manos apoyadas en pared derecha e izquierda, comienza a balancearse, consiguiendo mover la cabina desde dentro, cada vez el balanceo es mayor hasta que consigue tirarla, quedando dentro y tumbado en postura fetal)

Voz en off de Juan: No puedo moverme, no sé cuanto de mi no puede moverse porque desconozco lo que abarco, pero … razono y analizo mi situación, por lo que deduzco que soy humano, ó simplemente un sueño de cualquiera de ellos, ¡¡Basta!! ¡¡Basta!! ¡¡No!! ¡Tengo que estar tranquilo!, ¡respira hondo! No puedo hablar, no sé si soy mudo, ¿no tengo boca? ó es que no puedo abrirla, eso es, quizá tan solo no pueda abrirla. Tengo que recordar, recordar algo, ¿qué ocurrió hoy?, ¿hubo un hoy además de ahora?, sí, sí , tuvo que haberlo, busca, busca, recuerda algo, … ¡no!, ¡no puedo!, ¡no!, ¡no recuerdo!, ¡noooo!, ¡no quiero recordar!, ¡no quiero! ¡Está muy alto, muy alto! ¿Qué hago?, no puedo volver con ellos como un perdedor, no, no me atrevo, … no creerán que hice todo lo posible … No, no puedo volver, sí, sí, tenéis razón, seguro que con vosotros estoy mejor que aquí, esperadme, ¡a la mierda con todo!, debo acabar con esto de una vez, esto no es vida.

(Suena el ruido de una cinta rebobinando, la luz se apaga y enciende apareciendo en el escenario los personajes de la obra caminando deprisa hacia atrás, en orden contrario a su aparición hasta llegar a la voz de hospital del principio)

Voz de hospital: Rápido. El quirófano 3 está listo.

(Juan aparece en escena tumbado, a sus lados hay un cirujano y un enfermero que están gesticulando una intervención quirúrgica …)

Sebastián (Juan): (Se sienta) ¡Vaya mierda!

(El cirujano y el enfermero miran al público extrañados, le tumban)

Sebastián (Juan): ¡Que me dejéis coño! ¡Yo no sigo con esto!

(Cirujano y enfermero forcejean con él para tumbarle, pero logra levantarse, ellos se separan de él quedando en escena)

Sebastián: ¿Pero no os dais cuenta de la chorrada que estamos haciendo? ¡¡Somos presos interpretando una mierda de obra!!

Rafita (Cirujano) y Pedro (Enfermero): ¡¡Cállate, cállate!! ¿Te has vuelto loco?

Sebastián (Juan): ¿Loco? (Mirando al fondo del escenario) ¡Me cago en Dios! ¡Salid de ahí! ¿A vosotros os gusta?

(Salen Mamá Gallina y Don Sueñus Mortis despacio, con gesto de no entender)

Lolo (Mamá Gallina): (Tímido) Sebastián, por favor acabemos la obrita.

Charly (Don Sueñus Mortis): Joder colega, nos jugamos la salida de este fin de semana.

Rafita (Cirujano) y Pedro (Enfermero): (Saliendo de escena) ¡La que se va a liar!

(La Gerente de la prisión se levanta de la butaca y camina hacia el escenario, acompañada por dos guardias de seguridad)

Gerente de la prisión: ¿Qué haces? Termina el texto.

Sebastián: ¡Vaya! ¿Quién ha venido? ¡Un espectador de lujo! Por fin conozco su cara Doña Gerente.

Gerente de la prisión: Juan, Juanito, tranquilito, que me estás inflando los ovarios con tanta tontería.

Sebastián: SE - BAS - TIÁN. Juan es el estúpido personaje de la obra que ha escrito su esquizofrénica hija, yo me llamo Sebastián, que ni siquiera se sabe mi nombre.

Gerente de la prisión: ¡Me importa una mierda cómo te llames! Termina la obra que mañana la tiene que ver el Alcalde, o tus compañeros sufrirán tu rebeldía.

Lolo: Sebastián por favor, que yo necesito ver a mi mamá, y arreglarme el pelo …

Charly: Vamos a pagar todos por ti, ¡prepárate cabrón!

Sebastián: Esto es el colmo, ¿Te mola hacer de un ridículo super-héroe?

Charly:¿Yo?¿Yo ridículo?¡Serás hijo de puta!¡Ven aquí! (Se abalanza sobre Sebastián)

Lolo: ¡Uy! ¡No, no, no os peguéis! ¡Ay! ¡Ay! ¡Uy! ¡No sigáis!

Charly: (Forcejeando con Andrés) Tú cállate, transvertida, a ti si te queda bien el disfraz de gallina.

Lolo: ¡Malvado!¡Cruel! (dándole con las alas en la cabeza y lloriqueando) Yo no soy una transvertida, soy transexual. Te sientes muy macho haciéndome llorar.

Gerente de la prisión: (sube las escaleras del escenario, dirigiéndose a los Guardias de Seguridad) ¡Sacadles de aquí!

(Sebastián y Charly se separan y comienzan a correr por el escenario perseguidos por los Guardias, mientras Lolo grita histérico en una esquina)

Gerente de la prisión: ¡Pedazo de tortugas inútiles, cogedles!

Sebastián: (Sin dejar de correr) Lo vergonzoso es su estupidez de querer quedar bien delante del Alcalde. Léase la obra Doña Gerente, léasela despacio, se dará cuenta de cómo la ve su hija, y quizá ya no la parezca tan bonita la historia.

Gerente de la prisión: ¡Haced que se calle!

(Los guardas caen sobre Charly y Sebastián, les tiran al suelo, les meten papel en la boca y esposan)

Lolo:(Se quita las alas y comienza a golpear fuertemente en la cabeza con ellas a los guardias) ¡Brutos!¡Brutos!¡Les vais a hacer daño!

Gerente de la prisión: ¡No saldrás de aquí!, ¿Me oyes? Tú no me cuestionas como madre, ¡basura! ¡Eres una puta basura!

Voz por megafonía: ¡Doña Gerente! Tiene una llamada telefónica.

Gerente de la prisión: ¿Qué estúpido me llama? No estoy para nadie. Contesta tú.

Voz por megafonía: … ¡Doña Gerente! ¡Doña Gerente! Venga ¡Es urgente!

Gerente de la prisión: ¿Urgente? ¡¿Más urgente que esto?! Dime de una vez qué pasa.

Voz por megafonía: (Temblorosa y en tono bajo) Perdone usted, pero … era de un Hospital de Salamanca … su hija se ha suicidado.

27 may 2008

mi boli nuevo

Tengo un bolígrafo nuevo, tiene cuatro colores y porta minas, el hilo de tinta que deja sobre el papel es muy fino, tan finito que solo puedo escribir en cursiva con él.

los bolis nuevos de mis amigos

Mis amigos también tienen bolis nuevos, también de cuatro colores, pero sin porta minas, y escriben en redondilla.

ahí ya no me siento

Los autobuses urbanos de Madrid tienen muchos asientos, al fondo hay cuatro que están vueltos, cuando me siento en ellos es como si caminara hacia atrás, no me gustan porque al mirar por la ventana siento que me arrancan imágenes de mi cerebro, como si alguien quisiera borrar mi memoria, y veo que sale gente que no conozco caminando hacia dónde yo voy pero más despacio, eso me asusta, ¿cómo pueden salir personas de mi cerebro que no sé quienes son?, y si salen ¿por qué no se van del todo en vez de perseguirme?, ¿y por qué otras se dirigen a mi pasado?.
Cuando entro en el autobús y solo los asientos volteados están libres yo me quedo de pié.

dicen

Dicen que el saber no ocupa lugar, pero todas las personas inteligentes que conozco tienen la cabeza muy grande.
Aunque cierto es que no todos los que tienen la cabeza grande son inteligentes, ... la naturaleza también se equivoca.

17 may 2008

no me importa

No me importa que desayunes hamburguesa con patatas fritas, porque no soy tu medio estómago ni tu medio intestino.
No me importa que ronques cuando duermes, ni que te guste dormir con los calcetines puestos, porque yo no voy a dormir contigo.
No me importa que no me acompañes por la noche a casa, sé dónde vivo.
No me importa si usas calzoncillos largos o cortos, lisos o de colores, porque no te voy a pedir que me los prestes.
No me importa que quieras ser actor o bombero, porque yo no te voy a contratar.
... Me importan tus manos suaves acariciando mi espalda, me importan tus besos pausados, me importa tu abrazo firme, … me importo yo, y estas son las cosas que necesito, ... éstas y escucharte decir ... "hasta mañana".

1 may 2008

yo no sé inglés pero me gusta viajar

Hace poco fuí con un amigo a ver una obra del festival de teatro de danza, al principio, por megafonía hablaban en inglés; cuando esto ocurre, cuando escucho por megafonía a alguien hablando clarito en inglés me parece que estoy metida en un avión, y que me dicen cómo he de sacar la mascarilla, y dónde se encuentran las salidas de urgencias.
Cuando escucho inglés delante de mí, es decir, cuando tengo a personas hablando en inglés ante mí en el metro o en el autobús todo me huele a cine, a las películas en versión original, ... y me entran muchas ganas de comer palomitas.
Un día, en el contestador automático del teléfono de casa, pulsé la opción de idiomas en la información de mensajería, y puse la de inglés, era divertido, cada vez que descolgaba el auricular me contaban cosas en inglés, y a mí me parecía que estaba en un país extranjero, pero claro, llegó un momento en el que no sabía si tenía mensajes o no, si el mensaje era de voz o de texto con voz, si me decía que lo borrara o que lo guardara, total, que tuve que llamar a telefónica para que me dijera cómo cambiar de nuevo ese idioma, porque las instrucciones también eran en inglés.

19 mar 2008

"el sillón"

(Del techo del escenario cuelga un sillón amarrado desde lo alto del respaldo, está lleno de cuchillos que salen hacia el frente y por los reposabrazos hacia arriba, los filos están ensangrentados. En el suelo, bajo el sillón, hay una gran mesa con el tablero partido y dos patas rotas, delante de ella un cuerpo muerto boca abajo, sobre un charco de sangre. Pasan a escena dos hombres cargando un ataúd, lo dejan en el suelo y se quedan mirando al muerto y al sillón).

Hombre uno: Joder tío ¡Qué animal!

Hombre dos: (mirando a su compañero) No lo entiendo, ¿lo montaría él sólo?

Hombre uno: Macho tu ves pocas pelis ¿eh?, menos chingar y más cultura chaval. (Gesticulando todo el proceso) Mmm, mira, te pillas muchos cuchillos y los clavas al sillón hacia fuera ¿vale?, lo colocas encima de una mesa ¿me sigues?, te buscas unas buenas cuerdas, te subes a los reposabrazos con cuidado de no pincharte los pies, lo atas al techo, y luego zas! De un salto te sientas y ya, te clavas los cuchillos y te desangras. Lo que pasa es que el pavo lo ató mal y al joder la mesa se cayó de bruces. Joder, míralo, todo guapi para la foto de muerto, y luego se da una hostia y se parte la cara, que putada macho.

Hombre dos: Ya, listillo, pero lo podía haber hecho sin atarlo al techo ¿o no?

Hombre uno: Psss, yo imagino que calculó que se rompería la mierda de mesa y quedaría en el aire como un cristo ensangrentado pegado al sillón. Además joder, si te vas a matar y tienes tiempo ya lo haces con estilo.

Hombre dos: No sé, pero hay que estar muy zumbao.

Hombre uno: Anda, vamos a sacar al muerto que no nos pagan por horas.

(Meten al muerto en el ataúd, lo cargan en hombros y salen con él del escenario).

18 mar 2008

El laúd

En la ciudad de Madrid, hay una calle que se llama Preciados, se encuentra en el mismo centro, al lado de la puerta del Sol, es una zona de comercio, siempre lo fue desde los primeros tiempos de la Villa.
Los músicos callejeros aprovechan este lugar por lo concurrido, amenizan el paseo a los viandantes y ganan algunas monedas con su música.
Allí, tocaba Mohammed su laúd.
Pero … la gente pasaba de largo y se paraban junto a otros músicos, como si no le oyeran.
Mohammed estaba triste, entonces, pensó que quizá él escuchaba su instrumento porque conocía la melodía, pero tal vez se le había apagado el sonido.
Entoces, decidió llevarlo al mago de los instrumentos; de quien cuentan los que dicen saber, que hace siglos fue un músico de laúd famoso en todos los países árabes y que por seguir tocando eternamente vendió el alma al diablo, pero lo que no sabía es que en esa venta el diablo le daría la eternidad a cambio de que en vez de dar conciertos lo que haría sería arreglar instrumentos en la oscuridad, en países que no fueran árabes, y lograría su descanso cuando arreglara un laúd (todo esto no lo sabían los músicos, tan solo que era anciano y bueno en los arreglos), eso sí, le permitía poder estar al mismo tiempo en distintas ciudades del mundo.
Este médico de los instrumentos vivía bajo el asfalto, para llegar a él, había que ir a una calle concreta, de noche, esperar que no pase ningún auto, decir su nombre, y el piso se abría; de ahí se bajaba por una escalera de caracol un largo rato, y al final había una galería que te llevaba a una inmensa sala, de cuyas paredes pendían lamparitas de aceite.
Mohammed pensó que no encontraría a nadie, pero la sala estaba repleta, gente con todo tipo de instrumentos.
Se abrió una puerta.
- Gracias señor, ahora sí suena bien. – le decía un niño con su guitarra en mano a un hombre barbudo que apenas se adivinaba tras él –
- ¿Quién va ahora?
- Yo. – dijo una mujer que portaba un violonchelo-
El hombre barbudo vió a Mohammed.
- Por favor, espere un momento. – mirando a la señora del violonchelo-
- Muchacho ¿qué le ocurre a tu laúd?
- Señor, que yo lo toco pero parece que nadie lo oye, … sólo yo.
- Ya. Tranquilo, sé lo que ocurre. Dime joven ¿Llevas mucho tiempo aquí?
- No, hace un mes llegué de Marruecos.
- ¿Allí tocabas tu laúd?
- Sí, para mi familia, y en la plaza de Marrakech, allí todo el mundo lo escuchaba.
- Mira, lo que ocurre es que tu laúd está triste, aquí no ve a su gente y “canta” hacia dentro, como lo sujetas apoyado a tu pecho, esas vibraciones hacen que sientas la música en tu corazón y creas que la escuchas.
- ¡Ah!
- Haz lo siguiente. Mete dentro de la caja sonora una fotografía de tu familia, colócala al revés, con la imagen pegada a la madera, así tu laúd les sentirá y volverá a tocar hacia fuera.
Mohammed sacó la foto que llevaba siempre en su billetera, la puso como el señor le dijo y se puso a tocar.
Toda la gente de la sala volvió su cabeza, y comenzaron a aplaudir.
Y desde entonces, todo el mundo escuchaba su maravillosa música del alma, esas melodías melancólicas que hacían que Mohammed se sintiera como en su país; y así fue como los transeúntes al escucharle se paraban y aplaudían, y soltaban algunas monedas.
Ahora Mohammed da conciertos, toca en bodas, y ha puesto una escuela de laúd.
Por supuesto, la fotografía de su familia sigue allí, junto a la pared de madera del instrumento y mirando hacia su corazón.
¡Ah!, se me olvidaba deciros que el gran médico de los instrumentos desapareció porque logró su descanso eterno.

14 mar 2008

un día ...

Un día de estos voy a salir a la calle con una caja de bonis, o mejor con dos, llenitas de esos alfileres en cuyo extremo hay una bolita de color.

Sí, voy a hacer eso, e iré buscando coches, ciertos coches:

- Coches que están aparcados sobre las aceras impidiendo el paso de los ciudadanos por ellas.

- Coches que me cierran el acceso quedando pegados unos a otros.

- Coches que no dejan que quienes necesiten silla de ruedas puedan transitar por las calles de esta ciudad.

- Coches molestones

- Coches inhumanos

A todos ellos les voy a saludar con mis bonis, les voy a decorar las cuatro ruedas con paisajes hechos con estos alfileres, les pondré muchos muchos, hasta que consiga que se desinflen, daré a esas ruedas una muerte de colores, una muerte adornada con bonis, y dejaré una nota en el cristal delantero, debajo del limpia-parabrisas, diré: “su auto fue bonificado por estar en el lugar inadecuado” y la firmaré como "La Boniata".

lassi

Hace cuatro días que en mi casa vive una mosca a la que llamo Lassi, cuando llego del trabajo acude a mí como si me hubiese ¿olido? ¿escuchado? y sale a recibirme como si fuera una mascota, un perrito o algo así, en cuanto abro la puerta ahí está con su zumbido, con su aletear ...
No sé nada de su vida, no sé si no le gusta vivir sola, si es huérfana de amigos, tampoco sé por qué eligió mi casa y no otra.
Cuando ya entro, tras soltar las llaves y quitarme el poncho, me tiro en el sofá para disfrutar de ese momento-puente entre el trabajo que me da de comer y las actividades que a mí me gustan; ella, Lassi, se pone sobre mi mano, deja de hacer ruido, sabe que es el rato de mi siesta; aprovecha para su aseo, en un acto de exagerada flexibilidad echa las alas hacia delante con sus patas, las peina, yo la observo … y me duermo.
No sé a qué se dedica después, no la siento más, tan solo me da la bienvenida.
Espero que las arañas que también me acompañan desde el techo … no la encuentren.

2 mar 2008

... si tu supieras

Dices que nada valgo, pero si pudieras mirarme a escala atómica te sorprendería más que la superconductividad, el criptógrafo cuántico Blaise de Vigenere o los condensados de Bose-Einstein.

encuentro

Ataviado viene, con su costal lleno de encuentros, me estremecen sus ojos cansados y las manos brillantes del duro hacer jornal de sueños.
Se para ante mí, suspira, me cuenta un poema, y yo … melancólicamente sonrío. No me dejo enredar por las palabras, solo sonrío por el cercano sonido, provocado por quien se alimenta de la creación armónica de un sentimiento hecho texto; … y así me despido, con mi cómplice sonrisa, con mi aplauso hecho mueca, de esta otra boca que ya hace tiempo no conoce boca ajena.

la cama

- Akdko mnaldi0 nme.l ñoa9pi ne.
- Mira, esta es nuestra nueva cama.
- Dido mañrejop pa.
- La voy a colocar como dice el Feng Shui, para dormir a gustito. Trae la brújula, está ahí en la mesa.
- Dald poapor nlkañgohph.
- Es bonita ¿eh?, biennnn ammmpliaaaaa, como nos gusta a los dos.
- Kjd`’gf ´ g.
- Jajaja, deja ahora los besitos, estás contento, qué bien. Síiii, yo también te quiero mucho.
- Dlkfñ`f ¡f+pf + fl´f’¡od¡’.
- A ti te toca junto a la pared, yo me pido la esquina, por si llama mi mamá de noche, asi no te molesto al levantarme.
- Klj0 ñkñlkfik l,ñlkgkpoug0g ñlmgpopg ñkgp.
- Ya sé que te has acostumbrado a comer de noche, pero puedes salir por los pies ¿no?
- Kof mg ‘ogñlm +`g`p`.
- ¡¿Qué haces?!. Que es caraaaaaa. Quita de ahí.
- Lkfjf, flkjgpojg .ñh`ph+h grgrgrgrgrgrgr.
- ¡Mierda! ¡La has roto!¡Maldito perro! ¡El próximo que me compre no dormirá conmigo!