2 mar 2008

encuentro

Ataviado viene, con su costal lleno de encuentros, me estremecen sus ojos cansados y las manos brillantes del duro hacer jornal de sueños.
Se para ante mí, suspira, me cuenta un poema, y yo … melancólicamente sonrío. No me dejo enredar por las palabras, solo sonrío por el cercano sonido, provocado por quien se alimenta de la creación armónica de un sentimiento hecho texto; … y así me despido, con mi cómplice sonrisa, con mi aplauso hecho mueca, de esta otra boca que ya hace tiempo no conoce boca ajena.