14 mar 2008

lassi

Hace cuatro días que en mi casa vive una mosca a la que llamo Lassi, cuando llego del trabajo acude a mí como si me hubiese ¿olido? ¿escuchado? y sale a recibirme como si fuera una mascota, un perrito o algo así, en cuanto abro la puerta ahí está con su zumbido, con su aletear ...
No sé nada de su vida, no sé si no le gusta vivir sola, si es huérfana de amigos, tampoco sé por qué eligió mi casa y no otra.
Cuando ya entro, tras soltar las llaves y quitarme el poncho, me tiro en el sofá para disfrutar de ese momento-puente entre el trabajo que me da de comer y las actividades que a mí me gustan; ella, Lassi, se pone sobre mi mano, deja de hacer ruido, sabe que es el rato de mi siesta; aprovecha para su aseo, en un acto de exagerada flexibilidad echa las alas hacia delante con sus patas, las peina, yo la observo … y me duermo.
No sé a qué se dedica después, no la siento más, tan solo me da la bienvenida.
Espero que las arañas que también me acompañan desde el techo … no la encuentren.