19 mar 2008

"el sillón"

(Del techo del escenario cuelga un sillón amarrado desde lo alto del respaldo, está lleno de cuchillos que salen hacia el frente y por los reposabrazos hacia arriba, los filos están ensangrentados. En el suelo, bajo el sillón, hay una gran mesa con el tablero partido y dos patas rotas, delante de ella un cuerpo muerto boca abajo, sobre un charco de sangre. Pasan a escena dos hombres cargando un ataúd, lo dejan en el suelo y se quedan mirando al muerto y al sillón).

Hombre uno: Joder tío ¡Qué animal!

Hombre dos: (mirando a su compañero) No lo entiendo, ¿lo montaría él sólo?

Hombre uno: Macho tu ves pocas pelis ¿eh?, menos chingar y más cultura chaval. (Gesticulando todo el proceso) Mmm, mira, te pillas muchos cuchillos y los clavas al sillón hacia fuera ¿vale?, lo colocas encima de una mesa ¿me sigues?, te buscas unas buenas cuerdas, te subes a los reposabrazos con cuidado de no pincharte los pies, lo atas al techo, y luego zas! De un salto te sientas y ya, te clavas los cuchillos y te desangras. Lo que pasa es que el pavo lo ató mal y al joder la mesa se cayó de bruces. Joder, míralo, todo guapi para la foto de muerto, y luego se da una hostia y se parte la cara, que putada macho.

Hombre dos: Ya, listillo, pero lo podía haber hecho sin atarlo al techo ¿o no?

Hombre uno: Psss, yo imagino que calculó que se rompería la mierda de mesa y quedaría en el aire como un cristo ensangrentado pegado al sillón. Además joder, si te vas a matar y tienes tiempo ya lo haces con estilo.

Hombre dos: No sé, pero hay que estar muy zumbao.

Hombre uno: Anda, vamos a sacar al muerto que no nos pagan por horas.

(Meten al muerto en el ataúd, lo cargan en hombros y salen con él del escenario).

18 mar 2008

El laúd

En la ciudad de Madrid, hay una calle que se llama Preciados, se encuentra en el mismo centro, al lado de la puerta del Sol, es una zona de comercio, siempre lo fue desde los primeros tiempos de la Villa.
Los músicos callejeros aprovechan este lugar por lo concurrido, amenizan el paseo a los viandantes y ganan algunas monedas con su música.
Allí, tocaba Mohammed su laúd.
Pero … la gente pasaba de largo y se paraban junto a otros músicos, como si no le oyeran.
Mohammed estaba triste, entonces, pensó que quizá él escuchaba su instrumento porque conocía la melodía, pero tal vez se le había apagado el sonido.
Entoces, decidió llevarlo al mago de los instrumentos; de quien cuentan los que dicen saber, que hace siglos fue un músico de laúd famoso en todos los países árabes y que por seguir tocando eternamente vendió el alma al diablo, pero lo que no sabía es que en esa venta el diablo le daría la eternidad a cambio de que en vez de dar conciertos lo que haría sería arreglar instrumentos en la oscuridad, en países que no fueran árabes, y lograría su descanso cuando arreglara un laúd (todo esto no lo sabían los músicos, tan solo que era anciano y bueno en los arreglos), eso sí, le permitía poder estar al mismo tiempo en distintas ciudades del mundo.
Este médico de los instrumentos vivía bajo el asfalto, para llegar a él, había que ir a una calle concreta, de noche, esperar que no pase ningún auto, decir su nombre, y el piso se abría; de ahí se bajaba por una escalera de caracol un largo rato, y al final había una galería que te llevaba a una inmensa sala, de cuyas paredes pendían lamparitas de aceite.
Mohammed pensó que no encontraría a nadie, pero la sala estaba repleta, gente con todo tipo de instrumentos.
Se abrió una puerta.
- Gracias señor, ahora sí suena bien. – le decía un niño con su guitarra en mano a un hombre barbudo que apenas se adivinaba tras él –
- ¿Quién va ahora?
- Yo. – dijo una mujer que portaba un violonchelo-
El hombre barbudo vió a Mohammed.
- Por favor, espere un momento. – mirando a la señora del violonchelo-
- Muchacho ¿qué le ocurre a tu laúd?
- Señor, que yo lo toco pero parece que nadie lo oye, … sólo yo.
- Ya. Tranquilo, sé lo que ocurre. Dime joven ¿Llevas mucho tiempo aquí?
- No, hace un mes llegué de Marruecos.
- ¿Allí tocabas tu laúd?
- Sí, para mi familia, y en la plaza de Marrakech, allí todo el mundo lo escuchaba.
- Mira, lo que ocurre es que tu laúd está triste, aquí no ve a su gente y “canta” hacia dentro, como lo sujetas apoyado a tu pecho, esas vibraciones hacen que sientas la música en tu corazón y creas que la escuchas.
- ¡Ah!
- Haz lo siguiente. Mete dentro de la caja sonora una fotografía de tu familia, colócala al revés, con la imagen pegada a la madera, así tu laúd les sentirá y volverá a tocar hacia fuera.
Mohammed sacó la foto que llevaba siempre en su billetera, la puso como el señor le dijo y se puso a tocar.
Toda la gente de la sala volvió su cabeza, y comenzaron a aplaudir.
Y desde entonces, todo el mundo escuchaba su maravillosa música del alma, esas melodías melancólicas que hacían que Mohammed se sintiera como en su país; y así fue como los transeúntes al escucharle se paraban y aplaudían, y soltaban algunas monedas.
Ahora Mohammed da conciertos, toca en bodas, y ha puesto una escuela de laúd.
Por supuesto, la fotografía de su familia sigue allí, junto a la pared de madera del instrumento y mirando hacia su corazón.
¡Ah!, se me olvidaba deciros que el gran médico de los instrumentos desapareció porque logró su descanso eterno.

14 mar 2008

un día ...

Un día de estos voy a salir a la calle con una caja de bonis, o mejor con dos, llenitas de esos alfileres en cuyo extremo hay una bolita de color.

Sí, voy a hacer eso, e iré buscando coches, ciertos coches:

- Coches que están aparcados sobre las aceras impidiendo el paso de los ciudadanos por ellas.

- Coches que me cierran el acceso quedando pegados unos a otros.

- Coches que no dejan que quienes necesiten silla de ruedas puedan transitar por las calles de esta ciudad.

- Coches molestones

- Coches inhumanos

A todos ellos les voy a saludar con mis bonis, les voy a decorar las cuatro ruedas con paisajes hechos con estos alfileres, les pondré muchos muchos, hasta que consiga que se desinflen, daré a esas ruedas una muerte de colores, una muerte adornada con bonis, y dejaré una nota en el cristal delantero, debajo del limpia-parabrisas, diré: “su auto fue bonificado por estar en el lugar inadecuado” y la firmaré como "La Boniata".

lassi

Hace cuatro días que en mi casa vive una mosca a la que llamo Lassi, cuando llego del trabajo acude a mí como si me hubiese ¿olido? ¿escuchado? y sale a recibirme como si fuera una mascota, un perrito o algo así, en cuanto abro la puerta ahí está con su zumbido, con su aletear ...
No sé nada de su vida, no sé si no le gusta vivir sola, si es huérfana de amigos, tampoco sé por qué eligió mi casa y no otra.
Cuando ya entro, tras soltar las llaves y quitarme el poncho, me tiro en el sofá para disfrutar de ese momento-puente entre el trabajo que me da de comer y las actividades que a mí me gustan; ella, Lassi, se pone sobre mi mano, deja de hacer ruido, sabe que es el rato de mi siesta; aprovecha para su aseo, en un acto de exagerada flexibilidad echa las alas hacia delante con sus patas, las peina, yo la observo … y me duermo.
No sé a qué se dedica después, no la siento más, tan solo me da la bienvenida.
Espero que las arañas que también me acompañan desde el techo … no la encuentren.

2 mar 2008

... si tu supieras

Dices que nada valgo, pero si pudieras mirarme a escala atómica te sorprendería más que la superconductividad, el criptógrafo cuántico Blaise de Vigenere o los condensados de Bose-Einstein.

encuentro

Ataviado viene, con su costal lleno de encuentros, me estremecen sus ojos cansados y las manos brillantes del duro hacer jornal de sueños.
Se para ante mí, suspira, me cuenta un poema, y yo … melancólicamente sonrío. No me dejo enredar por las palabras, solo sonrío por el cercano sonido, provocado por quien se alimenta de la creación armónica de un sentimiento hecho texto; … y así me despido, con mi cómplice sonrisa, con mi aplauso hecho mueca, de esta otra boca que ya hace tiempo no conoce boca ajena.

la cama

- Akdko mnaldi0 nme.l ñoa9pi ne.
- Mira, esta es nuestra nueva cama.
- Dido mañrejop pa.
- La voy a colocar como dice el Feng Shui, para dormir a gustito. Trae la brújula, está ahí en la mesa.
- Dald poapor nlkañgohph.
- Es bonita ¿eh?, biennnn ammmpliaaaaa, como nos gusta a los dos.
- Kjd`’gf ´ g.
- Jajaja, deja ahora los besitos, estás contento, qué bien. Síiii, yo también te quiero mucho.
- Dlkfñ`f ¡f+pf + fl´f’¡od¡’.
- A ti te toca junto a la pared, yo me pido la esquina, por si llama mi mamá de noche, asi no te molesto al levantarme.
- Klj0 ñkñlkfik l,ñlkgkpoug0g ñlmgpopg ñkgp.
- Ya sé que te has acostumbrado a comer de noche, pero puedes salir por los pies ¿no?
- Kof mg ‘ogñlm +`g`p`.
- ¡¿Qué haces?!. Que es caraaaaaa. Quita de ahí.
- Lkfjf, flkjgpojg .ñh`ph+h grgrgrgrgrgrgr.
- ¡Mierda! ¡La has roto!¡Maldito perro! ¡El próximo que me compre no dormirá conmigo!